"Buenos días a todos. Su Majestad, el Rey Don Juan Carlos, acaba de comunicarme su voluntad de renunciar al trono y abrir el proceso sucesorio." pronunció Rajoy aquella mañana del 2 de junio de 2014 que quedará marcada en la historia.
Y después de eso, el caos... Las redes sociales, llenas, atestadas y saturadas, comentan las palabras de Rajoy; los programas de televisión, que en ese momento emitían, se veían interrumpidos por los telediarios que informaban de esta última hora; los periódicos daban la orden de encender de nuevo las rotativas para sacar especiales sobre la abdicación, la trayectoria del Rey, la incertidumbre sobre la coronación de Felipe VI y el futuro reinado de este último; la gente en la calle no daba crédito y por sus cabezas pasaba la idea del adelanto del día de los Santos Inocentes; en el Congreso la noticia alteraba a todos y varios ayuntamientos del país decidían cambiar la bandera institucional por la tricolor...
Esta noticia sorprendió al país entero dado que nadie se olía, ni a miles de kilómetros, que el Rey pudiese siquiera pensar en la abdicación. Sólo unas cuantas personas no eran indiferentes a este anuncio tan inesperado: el entorno familiar del monarca, el Presidente del Gobierno, el líder de la oposición y unos pocos allegados más. Nadie lo esperaba. Cuando esa mañana Mariano Rajoy Brey anunciaba una reunión y una comparecencia pública a los medios, la gente pensó que se trataría de un tema de Estado más relacionado con la posible renovación del Consejo de Ministros que con una renuncia al trono dado que el actual monarca siempre nos ha trasmitido la sensación de que nunca abdicaría (o por lo menos a mí me lo ha parecido siempre).